💦 Un trío inesperado: dos bocas, cuatro manos y cero reglas
Todo empezó con una copa de vino y una broma. Habíamos quedado en mi casa para ver una peli, como tantas otras veces. Ella, mi mejor amiga desde el instituto. Y él, su novio desde hacía unos meses. Nunca me había fijado demasiado en él… hasta esa noche.
Estaba más guapo que de costumbre, relajado, con esa sonrisa ladeada que nunca había notado. Y ella… llevaba un top sin sujetador y una falda corta. Se sentaron a cada lado del sofá. Yo, en medio. La película era lo de menos. Las miradas eran otra historia.
No sé en qué momento exacto se rompió la barrera. Supongo que fue cuando ella dijo, en tono juguetón: —¿Nunca te has preguntado cómo sería un trío? Me reí, nerviosa. —¿Con vosotros? —¿Y por qué no? —dijo él, mirándome de arriba abajo.
El silencio se volvió eléctrico. Su mano rozó mi muslo. La de ella, mi cuello. Mi corazón latía a mil por hora. Y entonces sucedió: me besó. Primero ella, con dulzura, saboreándome. Luego él, con más hambre. Yo no sabía a quién responder primero. Me dejé llevar.
Sus manos empezaron a explorarme. Me quitaron la camiseta, el sujetador. Ella lamía mis pezones mientras él me acariciaba entre las piernas por encima de la ropa interior, ya empapada. Gemí. Por primera vez, por dos personas a la vez.
Me tumbaron en el sofá como si ya no fuera su amiga, sino su juguete. Ella se desnudó y se sentó sobre mi cara. Su sabor era dulce, adictivo, mojado. Mientras le lamía el coño, sentía la lengua de él bajar por mi vientre. Me abrió las piernas, me metió los dedos y luego me la comió con una pasión que me hizo gemir sobre el clítoris de ella.
Nunca me habían comido así. Nunca me había corrido con la cara entre los muslos de una mujer y la lengua de un hombre en mi coño al mismo tiempo. Fue brutal. Salvaje. Irreal.
Ella se tumbó al lado y él empezó a follarme sin condón, con fuerza, sujetándome de las caderas. Ella me besaba, me decía lo guarra que era, me animaba a montarlo más fuerte. Me apretaba los pezones mientras él me llenaba de placer.
Luego nos cambiamos. Me la metió por detrás mientras yo le comía el coño a ella. Tres cuerpos sudando, jadeando, conectados. No había celos, no había dudas. Solo deseo. Puro y crudo.
Nos corrimos juntos. Una sinfonía de gemidos, espasmos y piel mojada. Yo con la cara entre las piernas de ella, él dentro de mí, empujando hasta el fondo. Nos quedamos en silencio unos minutos, solo respirando. Ninguno dijo nada. Nadie se arrepintió.
Dormimos los tres en la misma cama. Al amanecer, él me abrazó por detrás. Ella me besó en el cuello. Y lo volvimos a hacer. Fue el mejor error de mi vida.
🔥 ¿Te atreves a vivir tu propio trío por teléfono?


