🎓 Mi profe particular me puso nota en la cama

Todo empezó como un favor. Yo necesitaba clases de refuerzo y él era el típico profesor serio, puntual, con gafas y voz grave. Tenía algo que me ponía… esa forma de hablarte al oído mientras te explica, esa seguridad de adulto que sabe lo que quiere. Y yo quería provocarlo.

Llegó puntual como siempre, pero esa tarde hacía calor y yo decidí abrirle en bragas y camiseta. Nada más. Ni sujetador. Me miró de arriba abajo y se le escapó una sonrisa.

—¿Así estudias tú? —preguntó. —Depende de lo que vayamos a practicar —le dije, sentándome con las piernas abiertas.

Me aguantó la mirada. Cerró la carpeta. —Te estás buscando un castigo. —O una buena nota —susurré, deslizándome hasta quedar frente a él, a cuatro patas sobre la mesa.

No esperó más. Me agarró del pelo, me tiró suavemente hacia él y me besó con hambre. Sus manos bajaron por mi espalda, me subieron la camiseta, me apretaron el culo. Yo gemía bajito, sabiendo que me la había ganado.

Me tumbó boca arriba y me abrió las piernas. Me lamió como si supiera perfectamente dónde tocar, cómo lamer, cuándo acelerar. Yo gemía, retorciéndome, mojada como nunca. —Dime lo que quieres —me decía—. Dímelo sucio. —Quiero tu polla dentro, ya.

Se bajó el pantalón. Grande, dura, palpitando. Me la metió sin avisar. Grité. Me follaba con ritmo firme, con una mano en mi garganta y la otra sujetándome por la cintura. —Estás aprobada… pero por zorra —me susurró al oído.

Me corrí dos veces. Temblando. Jadeando. Con el escritorio moviéndose bajo nosotros. Y cuando él se vino, me llenó entera mientras me llamaba su alumna favorita.

Esa fue mi mejor clase. Y ya estoy deseando repetir examen oral.

📞 Llama y dime qué nota me pondrías tú

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